Cuando Apple presentó su nuevo iPhone 5S, lo hizo destacando tres grandes novedades: su cámara, el sensor de huellas dactilares y su procesador A7.
Éste es el primer procesador de 64 bits del mercado para un smartphone, cosa que ha despertado críticas entre algunos expertos que debaten si realmente vale la pena; pero las pruebas de rendimiento ya han demostrado que de momento su potencia no tiene igual. Las puntuaciones lo colocan, de hecho, casi al mismo nivel que el rendimiento de un Mac mini del año 2010.
Y es justo esta comparación la que ha despertado el interés de personas como Ben A. Reitzes, analista de Barclays Capital. Lo suyo no es ningún rumor, sino una posibilidad. Una apuesta que define el futuro de Apple de una forma bastante clara: la de los próximos modelos de Apple equipando procesadores propios de la compañía en vez de depender de los chips de Intel.
Sí, es algo que ya se ha hablado varias veces, pero que el chip A7 lo convierte en algo más factible que antes. Al estar basado en una arquitectura de 64 bits, se pone al nivel de todos los procesadores de 64 bits que equipan los Macs hoy en día. No en rendimiento, pero sí en arquitectura.
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